domingo, 23 de diciembre de 2018

20181223 INVERNADERO MATADERO

Hoy, en el invernadero
de dentro del Matadero.
Matadero es matador
para el que vive en el este;
para ir a este sitio agreste
habrá que echarle valor.

Me estoy, sé, volviendo viejo,
pero se me hace ¡tan lejos!
(Yo prefiero Centro Centro
para otra vez, por favor)
Menos mal que luego, adentro,
es agradable el calor.

Destierro al fin la pereza,
y así con lápiz empieza
mi repertorio de un día
en que he estrenado cuaderno.
Cuatro tíos, una tía;
un rostro que encontré tierno
y lo dibujé robado,
y al final de tanta gente,
una chica adolescente
de pelo muy bien peinado.


El primero, un poco plano
y aunque en verdad no es tal cual,
yo un parecido le saco,
y la verdad no está mal:
era calentar la mano.
Dicen que se llama Paco,
pero me ha sabido a poco.

Enseguida me desquito:
por carbón cambio el grafito
para unos pelos de loco...


Su densa barba cerrada
soluciona media cara
y resulta un grato reto
dibujar su inquieto pelo
con un carboncillo prieto,
mas me da un poco de palo,
que salga triste el modelo.
A mí me gustó el retrato
y espero que este Gonzalo
no pasara tan mal rato.


Para la siguiente pose
llamamos a una mujer
y ya está aquí, ¿la ven? ¡Hela!
Nos mira con tal poder
que así, ¡cualquiera le tose!
Esa fuerza yo no ignoro:
para ella el boli de oro.
¿Cuál era su nombre? Estela.


Con rotu de trazo grueso
dibujo a José Manuel
con simpático moflete.
Es un rápido proceso:
lo trazo en un periquete.
¡No me digáis que no es él!


Lo de Javi ha sido "jevi".
Con gesto de aficionado
que ve perder a su equipo,
firme ha mantenido el tipo
todo el tiempo del posado.
Y después, acto seguido,
deshizo el ceño fruncido
y se marchó por su lado.
¡Nunca había estado enfadado!


La joven no se distrae
ni un segundo en su postura.
Tiene un pelo que le cae
cual tela de alta costura.
Se la ve seria y atenta,
seria, y a la vez contenta.
No sé si se ve que es rubia
pero sí su nombre: Julia.


Y al final, como propina,
uno robado a traición
a la niña Carolina
(a traición de ella por mudas
frecuentes de posición).
Ella es algo más menuda,
la he hecho más mayor, ¿qué quieren?
Uno hace lo que puede.

Tenemos otra modelo,
pero un timbre nos avisa
de que ya van a cerrar
y un hombre, con mucho celo,
nos apura y mete prisa.
Paramos de dibujar.

Las dos es la hora de cierre
y no son ni menos cinco,
pero el hombre, con ahínco,
continúa erre que erre
con que nos vayamos ya.
¡Este señor es tremendo!
Aquí somos mucha gente,
pero ninguno se va
aunque el hombre esté impaciente
¡porque estamos recogiendo!

Legazpi es transoceánico
para el que vive en el este,
y el portero es antipático
(nos despide echando pestes,
¡cada vez nos echa antes!).
Nos vamos por fin, nos vamos,
descanse el hombre tranquilo.
Salimos como emigrantes,
corriendo como los gamos,
con el corazón en vilo.

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